La semana pasada fui testigo de dos momentos difíciles de presenciar como madre que soy.
Uno de ellos a la salida del colegio, una compañera de mi hijo se escapó de la mano de su padre que estaba hablando con otra persona dentro del recinto para saludar a mi hijo y un par de amiguitos más que estaban con él. El padre enfurecido salió y la agarró de la mano con una fuerza inusitada y ante nuestros ojos estupefactos le dio un sonoro azote. Un par de madres que andaban a mi lado y yo nos quedamos perplejas ante semejante escena. Mi hijo también se quedó alucinado dado que él no está acostumbrado a este tipo de actitudes violentas.
Al cabo de unos días, el domingo, estábamos con un grupo de amigos de picnic en el campo. Después de comer una parte del grupo se fue de excursión a un río cercano, yo me quedé con mi bebé en el sitio donde habíamos comido, pero mi marido y mi hijo mayor se fueron de paseo con ese grupo. A la vuelta mi hijo estaba un poco serio y le pregunté qué había pasado y entonces me dijo tal cual: "Mami, G. estaba jugando al lado del río y su mamá le ha gritado, él no le ha hecho caso, y ha caído al agua. Su mami le ha cogido de los pelos para sacarlo del río y le ha pegado como le pegó el otro día a L. su papá en el cole". El pobre no se había olvidado de la anterior escena violenta cuando volvió a presenciar otra más. Realmente estaba asustado y no se quitaba de la cabeza lo que había visto, tanto fue así que por la noche en la cama después del cuento él me preguntó: "¿Mami tú no vas a pegarme verdad?" A lo que le respondí contundente: "No cariño". Y él con sus casi 5 añitos me replicó: "Mamá es que no me gustan ni los niños pegones ni las mamás pegonas".
Con este post sólo pretendo reflexionar sobre un asunto sobre el que discierno con muchas personas de mi entorno, incluso con mi propia madre, pero que creo que es fundamental y vital en la educación de un hijo, y es ni más ni menos que el tema de la violencia. Estoy harta de oír que un cachete a tiempo es mano de santo pero la verdad con estas actitudes los padres sólo fomentamos la violencia que después reprobaremos en nuestros hijos si lo aplican en su vida diaria, por ejemplo en el parque. Lo siento pero no puedo con ésto y veo que mi hijo mayor que está siendo educado sin azotes ni cachetes, lo entiende como yo.
Uno de ellos a la salida del colegio, una compañera de mi hijo se escapó de la mano de su padre que estaba hablando con otra persona dentro del recinto para saludar a mi hijo y un par de amiguitos más que estaban con él. El padre enfurecido salió y la agarró de la mano con una fuerza inusitada y ante nuestros ojos estupefactos le dio un sonoro azote. Un par de madres que andaban a mi lado y yo nos quedamos perplejas ante semejante escena. Mi hijo también se quedó alucinado dado que él no está acostumbrado a este tipo de actitudes violentas.
Al cabo de unos días, el domingo, estábamos con un grupo de amigos de picnic en el campo. Después de comer una parte del grupo se fue de excursión a un río cercano, yo me quedé con mi bebé en el sitio donde habíamos comido, pero mi marido y mi hijo mayor se fueron de paseo con ese grupo. A la vuelta mi hijo estaba un poco serio y le pregunté qué había pasado y entonces me dijo tal cual: "Mami, G. estaba jugando al lado del río y su mamá le ha gritado, él no le ha hecho caso, y ha caído al agua. Su mami le ha cogido de los pelos para sacarlo del río y le ha pegado como le pegó el otro día a L. su papá en el cole". El pobre no se había olvidado de la anterior escena violenta cuando volvió a presenciar otra más. Realmente estaba asustado y no se quitaba de la cabeza lo que había visto, tanto fue así que por la noche en la cama después del cuento él me preguntó: "¿Mami tú no vas a pegarme verdad?" A lo que le respondí contundente: "No cariño". Y él con sus casi 5 añitos me replicó: "Mamá es que no me gustan ni los niños pegones ni las mamás pegonas".
Con este post sólo pretendo reflexionar sobre un asunto sobre el que discierno con muchas personas de mi entorno, incluso con mi propia madre, pero que creo que es fundamental y vital en la educación de un hijo, y es ni más ni menos que el tema de la violencia. Estoy harta de oír que un cachete a tiempo es mano de santo pero la verdad con estas actitudes los padres sólo fomentamos la violencia que después reprobaremos en nuestros hijos si lo aplican en su vida diaria, por ejemplo en el parque. Lo siento pero no puedo con ésto y veo que mi hijo mayor que está siendo educado sin azotes ni cachetes, lo entiende como yo.
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