OJO SPOILERS!
Cuando ya media humanidad ha visto el final de la primera y exitosa temporada de True Detective la menda que aquí escribe aún vio anoche el quinto episodio. No por falta de ganas estoy tan atrasada con la serie, sino por falta de sueño más bien, el que no duermo de noche cuando toca y que me hace ir arrastrada día sí día también, y tener que acostarme a ritmo infantil muchos días.
Pero esta falta de ritmo en el visionado de la serie revelación del año no me impide disfrutarla menos. Para nada. Que yo cuando vibro con una serie, vibro, aunque lo haga desacompasada al resto del mundo mundial. Ya hice lo propio con Breaking Bad.
Y es que prometo que sobre todo en estos dos últimos capítulos vistos, el cuatro y el cinco, ni he respirado apenas, vamos que ni pestañear siquiera ante la pantalla. Que el ambiente lúgubre de la producción de esta serie, tensa a cualquiera pero leñes, lo que va aconteciendo, el devenir de cada uno de los personajes, las caídas y posteriores recuperaciones personales de Martin, las situaciones de riesgo, qué decir del famoso plano secuencia del capítulo 4, la captura del cocinero de meta en el capítulo 5, el giro argumental con la acusación de Rust, en fin todo lo que va pasando te va dejando sin respiración. Enganchada en vena vamos.
Y no es que la historia tenga nada del otro jueves, sospecho que en otro contexto sería una caso de investigación policial más en una serie policíaca más. El secreto del éxito está más en el cómo está contada opino, la sublime interpretación de los actores, la ambientación, sucia, enfermiza, decadente, creo que eso es lo que más me atrae. Vamos otra joyita más que nos deja esta era dorada de la televisión por cable americana y en concreto de HBO sin duda.
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