Ya vi el final de True Detective, han pasado más de cuatro días y sigo en shock. Realmente pocos finales de temporada, ni tan solo de serie, me han dejado tan flasheada como éste. No soy analista especializada de televisión y por tanto no busquéis aquí una rigurosa disquisición de los 50 minutos finales de la primera temporada de esta nueva joya de la HBO porque eso lo han hecho los bloggeros profesionales en su momento. Lo que sí que intentaré es desgranar lo que más me ha cautivado de esta serie ahora que ya la he finiquitado y he disfrutado intensamente. Advierto que no hay spoilers.
En primer lugar diré que pocas series me han abierto tantos interrogantes y me han hecho "googlear" tanta información como ésta. Y lo digo porque a mí me encanta que la televisión, el cine, o los libros, me hagan pensar, buscar respuestas, datos, odio que se me de todo hecho, mala costumbre que suelen tener en las series españolas por ejemplo. Esta historia en cambio es una historia de crímenes en la que nada se resuelve del todo al final, ni se atan todos los cabos, vamos como en la vida misma, donde la mayoría de los casos no pueden resolverse al completo por su complejidad o porque hay "manos negras" poderosas que lo impiden. No hay pues una conclusión clara, pero en cambio sí hay mucho fondo en ella, tanto, que cualquiera de los detalles te puede hacer perder media hora de tu tiempo buscando información allende los "internes", como dice mi suegra, por pura curiosidad. Ya sólo su fabulosa "intro", con una canción memorable de los The Handsome Family y unas fantásticas fotografías de la Louisiana más desconocida, que por cierto han sido extraídas de una interesante serie fotográfica llamada Petrochemical America de Richard Misrach y Kate Orff, te transportan de inmediato al lúgrube y oscuro ambiente en el que se mueven Rust y Martin, la pareja de policías protagonista. Una Lousiana que no se nos muestra en las guías turísticas, una Louisiana gris, pobre, la del tramo final del río Missisipi, cargada de plantas petroquímicas, que curiosamente descubrí que también llaman la "Avenida del Cáncer". Una America profunda, cargada de fanatismos religiosos y perversiones varias, que asusta más que cualquier zombie en The Walking Dead. El sur más misterioso sin duda.
También me ha sorprendido el grato descubrimiento de Matthew McCounaughey, un actor al que había encasillado injustamente en papeles románticos y bobos, y del que he descubierto una faceta gratamente interesante en esta serie. Quede dicho por adelantado que no he visto en cine su oscarizada interpretación en Dallas Buyers Club pero su papel de Rust es excelso, y lo comparo descaradamente con el de Brian Craston en Breaking Bad. Sí es osado, pero es mi opinión. Porque la evolución de su personaje en la serie es de por sí un motivo mayúscula para verla desde el minuto cero.
Es novedosa y interesante sin duda a su vez la estructura cerrada de la serie por temporadas, cada temporada es autoconclusiva, con personajes distintos e historias independientes, y de una duración más bien corta, sólo ocho capítulos. Esto es un punto negativo a mi modo de ver porque yo estoy prendada de Rust y Martin y sé que los echaré de menos en temporadas venidas y también porque se acaba enseguida, si la devoras con la avidez con la que lo he hecho yo, pero sin duda es un punto que se ha valorado positivamente por la crítica en general.
Finalmente destacaré la originalidad del planteamiento de la investigación policial y del caso que subyace en toda la trama. El asesinato, las desapariciones, el serial killer, los rituales, todo podría encajar en cualquier serie policial al uso, pero aquí está tratado magistralmente, envuelto en un halo de suciedad, putrefacción, depravación, que le da un toque especial y único a la serie. Por no olvidar el toque metafísico que le impregna Rust en cada uno de sus disquisiciones y con la sola presencia física de su personaje.
Así que si alguien anda dudando si ver o no True Detective, le animo encarecidamente a que lo haga, no es una serie para todos los públicos, como no suelen serlo las que salen de la factoría HBO, pero realmente es original, distinta y una nueva vuelta de tuerca a las historias policiales cuando parecía que ya estaba todo el pescado vendido.
En primer lugar diré que pocas series me han abierto tantos interrogantes y me han hecho "googlear" tanta información como ésta. Y lo digo porque a mí me encanta que la televisión, el cine, o los libros, me hagan pensar, buscar respuestas, datos, odio que se me de todo hecho, mala costumbre que suelen tener en las series españolas por ejemplo. Esta historia en cambio es una historia de crímenes en la que nada se resuelve del todo al final, ni se atan todos los cabos, vamos como en la vida misma, donde la mayoría de los casos no pueden resolverse al completo por su complejidad o porque hay "manos negras" poderosas que lo impiden. No hay pues una conclusión clara, pero en cambio sí hay mucho fondo en ella, tanto, que cualquiera de los detalles te puede hacer perder media hora de tu tiempo buscando información allende los "internes", como dice mi suegra, por pura curiosidad. Ya sólo su fabulosa "intro", con una canción memorable de los The Handsome Family y unas fantásticas fotografías de la Louisiana más desconocida, que por cierto han sido extraídas de una interesante serie fotográfica llamada Petrochemical America de Richard Misrach y Kate Orff, te transportan de inmediato al lúgrube y oscuro ambiente en el que se mueven Rust y Martin, la pareja de policías protagonista. Una Lousiana que no se nos muestra en las guías turísticas, una Louisiana gris, pobre, la del tramo final del río Missisipi, cargada de plantas petroquímicas, que curiosamente descubrí que también llaman la "Avenida del Cáncer". Una America profunda, cargada de fanatismos religiosos y perversiones varias, que asusta más que cualquier zombie en The Walking Dead. El sur más misterioso sin duda.
También me ha sorprendido el grato descubrimiento de Matthew McCounaughey, un actor al que había encasillado injustamente en papeles románticos y bobos, y del que he descubierto una faceta gratamente interesante en esta serie. Quede dicho por adelantado que no he visto en cine su oscarizada interpretación en Dallas Buyers Club pero su papel de Rust es excelso, y lo comparo descaradamente con el de Brian Craston en Breaking Bad. Sí es osado, pero es mi opinión. Porque la evolución de su personaje en la serie es de por sí un motivo mayúscula para verla desde el minuto cero.
Es novedosa y interesante sin duda a su vez la estructura cerrada de la serie por temporadas, cada temporada es autoconclusiva, con personajes distintos e historias independientes, y de una duración más bien corta, sólo ocho capítulos. Esto es un punto negativo a mi modo de ver porque yo estoy prendada de Rust y Martin y sé que los echaré de menos en temporadas venidas y también porque se acaba enseguida, si la devoras con la avidez con la que lo he hecho yo, pero sin duda es un punto que se ha valorado positivamente por la crítica en general.
Finalmente destacaré la originalidad del planteamiento de la investigación policial y del caso que subyace en toda la trama. El asesinato, las desapariciones, el serial killer, los rituales, todo podría encajar en cualquier serie policial al uso, pero aquí está tratado magistralmente, envuelto en un halo de suciedad, putrefacción, depravación, que le da un toque especial y único a la serie. Por no olvidar el toque metafísico que le impregna Rust en cada uno de sus disquisiciones y con la sola presencia física de su personaje.
Así que si alguien anda dudando si ver o no True Detective, le animo encarecidamente a que lo haga, no es una serie para todos los públicos, como no suelen serlo las que salen de la factoría HBO, pero realmente es original, distinta y una nueva vuelta de tuerca a las historias policiales cuando parecía que ya estaba todo el pescado vendido.
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