Suenan en mi cabeza nombres de personajes masculinos que me han cautivado, me han atrapado, en definitiva que me han fascinado últimamente, y no por ser superhéroes, no, sino por ser hombres con conflictos interiores, débiles, con dobles caras, con secretos, con historias complejas que contar. Hablo de Don Draper, Walter White, Nucky Thomson, Frank Underwood, Rick Grimes,Tyrion Lannister, Rust Colhe,...
Bien visible es que la ficción televisiva ha sufrido un cambio espectacular en estos últimos años en EEUU sobre todo. Ver series de televisión es sinónimo de ver producto de calidad. Los que odiamos la televisión convencional fibrilamos directamente viendo las historias que nos ofrecen temporada tras temporada canales de cable como HBO o AMC. Los que antaño éramos cinéfilos de pro ahora también somos seriéfilos. Y nos enorgullecemos de ello.
Y tengo una teoría sobre el peso que los nuevos roles masculinos han tenido en esta explosión creativa de la televisión. Definitivamente creo que son la clave. Hasta hace un tiempo los personajes femeninos eran los que ofrecían más complejidades, pero el hombre siempre era el fuerte. Se aplicaba un patrón retrógrado y machista. Nunca eran víctimas, siempre eran los salvadores. Recordemos las míticas series ochenteras con sus hombres de acción a la cabeza: McGyver, Magnum, y tantas que nombrar.
Sin embargo las tornas han cambiado. Los géneros se han mezclado. Las féminas aparecen muchas veces frías y calculadoras, quien no ha odiado en algún momento a Betty Draper o a Skyler White. Los escenarios se convierten en plenos protagonistas de las ficciones, no se entiende Breaking Bad en otro lugar que no sea Nuevo México, ni Mad Men fuera de Manhattan, ni True Detective fuera de Louisiana, tampoco Boardwalk Empire lejos de Atlantic City. Pero el cambio fundamental es que los hombres se muestran desorientados, buscando su lugar en el mundo. Con éticas y morales más que dudosas, con relaciones complejas. Ahí está en mi opinion el quid de la cuestión. Y los actores de renombre se mueren por interpretar este tipo de personajes.
En cualquier caso no cabe duda que desvelar el destino de cada uno de los personajes es el verdadero motivo por el que los espectadores esperamos con ansía cada capítulo. Y la capacidad de sorprendernos de los guionistas, con giros en los personajes asombrosos, afortunadamente, ilimitada. Pero la fascinación que ejercen estos personajes masculinos es sin igual. Me siento feliz por vivir y disfrutar de esta era de oro de la televisión. En ocasiones imagino que debe ser similar a lo que se vivió en la época dorada del Hollywood de antaño. Puede que no me equivoque.
Bien visible es que la ficción televisiva ha sufrido un cambio espectacular en estos últimos años en EEUU sobre todo. Ver series de televisión es sinónimo de ver producto de calidad. Los que odiamos la televisión convencional fibrilamos directamente viendo las historias que nos ofrecen temporada tras temporada canales de cable como HBO o AMC. Los que antaño éramos cinéfilos de pro ahora también somos seriéfilos. Y nos enorgullecemos de ello.
Y tengo una teoría sobre el peso que los nuevos roles masculinos han tenido en esta explosión creativa de la televisión. Definitivamente creo que son la clave. Hasta hace un tiempo los personajes femeninos eran los que ofrecían más complejidades, pero el hombre siempre era el fuerte. Se aplicaba un patrón retrógrado y machista. Nunca eran víctimas, siempre eran los salvadores. Recordemos las míticas series ochenteras con sus hombres de acción a la cabeza: McGyver, Magnum, y tantas que nombrar.
Sin embargo las tornas han cambiado. Los géneros se han mezclado. Las féminas aparecen muchas veces frías y calculadoras, quien no ha odiado en algún momento a Betty Draper o a Skyler White. Los escenarios se convierten en plenos protagonistas de las ficciones, no se entiende Breaking Bad en otro lugar que no sea Nuevo México, ni Mad Men fuera de Manhattan, ni True Detective fuera de Louisiana, tampoco Boardwalk Empire lejos de Atlantic City. Pero el cambio fundamental es que los hombres se muestran desorientados, buscando su lugar en el mundo. Con éticas y morales más que dudosas, con relaciones complejas. Ahí está en mi opinion el quid de la cuestión. Y los actores de renombre se mueren por interpretar este tipo de personajes.
En cualquier caso no cabe duda que desvelar el destino de cada uno de los personajes es el verdadero motivo por el que los espectadores esperamos con ansía cada capítulo. Y la capacidad de sorprendernos de los guionistas, con giros en los personajes asombrosos, afortunadamente, ilimitada. Pero la fascinación que ejercen estos personajes masculinos es sin igual. Me siento feliz por vivir y disfrutar de esta era de oro de la televisión. En ocasiones imagino que debe ser similar a lo que se vivió en la época dorada del Hollywood de antaño. Puede que no me equivoque.
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