Ir al contenido principal

En busca de mi femineidad perdida...

He de confesar que nunca he sido presumida. No me gusta maquillarme, de hecho cuando lo hago me veo rara, ni ir a la peluquería, me tiño desde que tengo canas y sólo por esa razón, no sé para que sirve una esteticiene, no he pisado un gimnasio en mi vida, de cremas no tengo ni idea, la única con la que estoy familiarizada es el protector solar, jamás he hecho dieta, y para colmo tengo una suegra que no para de recordarme lo desastrosa, en este sentido, que soy y un marido al que le chifla cuidarse y que tiene más espacio en potingues varios en casa ocupado que yo. Además soy madre de dos niños con lo que la si había algún atisbo femenino en mí en los últimos años se ha borrado de un plumazo gracias a la compañía de mis dos machotes que son muy brutos pero que me encantan así.

Para mi suerte he heredado la buena piel de mi abuela que con casi 89 años tiene poquísimas arrugas, no he fumado y el alcohol no me gusta mucho, algo que ha beneficiado sin duda mi aspecto, y tengo un estómago delicado que me avisa cuando abuso de alimentos poco sanos con unos ardores que ni enviados por el mismísimo Belcebú desde el infierno. Siempre he sido regordeta, vamos que me han sobrado unos kilillos, no obesa pero sí que he sido de tendencia al michelín, pero la verdad es que he sido muy feliz con ellos y nunca me ha obsesionado el tema. Además disfruto mucho con las actividades al aire libre que requieren ejercicio, un domingo en bici en familia para mí es puro divertimento, no una obligación e ir a la piscina con mi bebé una motivación más del fin de semana. Eso sí hacer deporte sola y por hacerlo no me motiva nada.

La cuestión es que ahora ya rozo los cuarenta, treinta y ocho primaveras tengo, y claro las cosas ya no son como a los veinte ni como a los treinta. A estas alturas cuando después del verano te notas más hinchada y te aprietan los vaqueros y decides que de ninguna manera quieres cambiar de talla, el tema ya no se solventa con la facilidad que se solventaba antes. Además con mi edad ya se nota más en la cara la noche que los pipiolos no te han dejado descansar como es debido, que es algo bastante frecuente, con lo que hay lunes como hoy en los que podrías perfectamente hacer de extra en The Walking Dead. Vamos que los años pasan y dejan huella. Y si no quiero acabar hecha un adefesio tengo que empezar a pensar un poco en cuidarme.

Pero la verdad es que no sé por donde empezar. Mi desconocimiento en la materia es tan grande que no sé ni lo que es un serúm, ni sé cuando en qué momento se debe aplicar una crema determinada, no sé nada, vamos, que es como si empezara a estudiar física cuántica, bueno seguro que pillaba más rápido la física cuántica que los temas de belleza, por que me han interesado tan poco siempre... Aisss!!!! Cómo os cuidáis? Dadme consejos! Please!!! Y que no sean ruinosos claro, que la economía no está para estos desaires.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Te recomiendo una visita con una asesora de Mary Kay te enseñan a maquillarte y a cuidarte la piel.
Arual ha dicho que…
Con lo de cuidarme la piel ya me vale, lo de maquillarme es que no me gusta nada, jeje, me informaré, gracias!

Entradas populares de este blog

No pudo ser.

Breve post para contaros que se ha interrumpido involuntariamente mi deseado embarazo. Volveré cuando esté un poco mejor... Ahora no tengo palabras.

Despertar de nuevo...

Abro los ojos de nuevo al mundo, despierto de una especie de ensoñación o pesadilla más bien, donde el mundo, mi mundo, se estaba desmoronando. Miro hacia mi alrededor y todo sigue bien. Mi sobrino es un bebé sano y regordete que no necesita estar conectado a una máquina y puede salir a pasear cada día por la calle. Nadie lleva mascarilla. No ha habido una avalancha de muertes inesperadas. Puedo abrazar a mi amiga después de un día duro para darle ánimo y nadie me mirará con cara de reprobación. Puedo planificar mi próxima escapada a un concierto, o mi próximo viaje, y no necesitaré un PCR negativo. No hay toque de queda. Puedo ver salir el sol. Comer una hamburguesa en la calle está bien. Hacerlo en una terraza también. No conozco el concepto distancia social. Lo más hidroalcohólico que tengo es el último gin tonic que tomé el sábado pasado. No hay pandemia. Y no he cometido ningún estúpido error. No he visto la cara B de la vida y no quiero verla.  Pero desde mayo tengo una sonrisa 

Burning night.

Voy falta de sueño, bueno de sueño y de muchas otras cosas, y puede que eso nuble mi entendimiento, como la solteras nublan el entendimiento de Carlos Baute y lo dejan colgado no precisamente en sus manos cada tarde en esa cosa que se parece a un programa pero que la verdad no acabo de entender muy bien que es y que se llama ELÍGEME. ¿Pero Carlos Baute no prefería a los estibadores portuarios? Siempre lo había creído así pero viendo como desnuda con la mirada a las mocetonas que entran en su plató tengo una duda más que considerable al respecto. En fin a lo que íbamos que tengo la cabeza un poquito atolondrada (ufff esta palabra que acabo de usar era la favorita de la Hermana María, mi profe de mates de 8º EGB, así de repente me ha venido un flash de su imagen a la cabeza, no os digo que no estoy fina...) y puede que eso haga que ande un poco monotemática, pero tenéis que perdonarme, I'm happy, so happy, y no se me puede aguantar, I know. Y es que esta noche... VAMOS A QUEMAR MESTA